"¿NO DICEN QUE GRANADA ES LA CIUDAD DONDE TODO ES POSIBLE?"
JOSÉ ANTONIO GARCÍA
091 VUELVE A LOS ESCENARIOS
“El rumor se ha confirmado, sigue estando Dios de nuestro lado”. El ‘rurrun’ del regreso a los escenarios de la banda granadina comenzó antes del verano, aunque portavoces del grupo negaron la mayor como llevaban haciendo durante dos décadas. A pesar del secretismo con que han ocultado la operación: sí, los Cero vuelven. Más de medio año después se confirma que el grupo granadino regresa en breve a los escenarios y que ya está calentado motores.
Desde hace años existe un grupo de Facebook gestionado por Elena Montero y Víctor Aranda denominado ‘Queremos que vuelva 091’, con dos mil miembros (y creciendo) que se reunieron con la intención de que “A ver si dando la lata, ¡nos hacen caso y se vuelven a unir!”. Embrión de una ‘marea’ de peticiones que van a obtener respuesta con la excusa del segundo aniversario de los conciertos de Maracena en los que pusieron punto y final (ahora ‘y muy aparte’ solo) a su carrera.
Insiste y vencerás
Los miembros de la última formación del grupo (José Antonio García, José Ignacio García Lapido, Tacho González, Víctor García Lapido y Jacinto Ríos) aceptaron hace unos meses la propuesta de gira aniversario de la empresa RIff, y están desde finales de verano ensayando el repertorio original, y en algún caso más bien desentumeciéndose, ya que alguno de ellos llevaba bastante tiempo separado de la música en activo. En el equipo echaremos mucho de menos a Javier García Lapido y a Fonfi (su técnico de toda la vida), y con toda seguridad el que más disfrutará de este regreso será Paco Ramírez, promotor y primer manager del grupo.
El grupo reunió a buena parte de sus miembros históricos (menos Pacoco, Manuel España, Freddy Flores y Juanma Férriz) para un reportaje que acompañó la promoción en su décimo aniversario del DVD del concierto de despedida. Y también se encontraron de nuevo en 2014 para una entrevista de cara al documental de las hermanas Martín Barcelona ‘Todo es posible en Granada, en cuyo concierto fin de fiesta José Ignacio y José Antonio compartieron escenario tras dos décadas; su miniconcierto fue jaleado por el público con las preceptivas voces coreando el nombre del grupo, “¡¡¡¡Ceeero, Ceeero, Ceeero. Cee…!!!”. El viento corría a favor.
“Es un acto de justicia con la música de Andalucía” explica Carlos Espinosa de la promotora que ha propuesto el proyecto: “Son una leyenda y es un honor para nosotros poder satisfacer el deseo de miles de personas de poderlos volver a ver en un escenario”. Su empresa, que gestiona grandes conciertos en toda Andalucía y que nació en Jaén montando el Cazorla Blues (donde Lapido estuvo invitado precisamente a hacer un set exclusivamente de este género) y aquí el Tabaco Blues, se hará cargo de la gira, que durará todo el 2016, -ni antes ni después-, aparcando las carreras individuales en directo de sus componentes durante este tiempo.
El material que interpretarán será el clásico del ‘Último concierto’ descartándose cualquier novedad compositiva al respecto, y no saben si se grabara (o no) en audio/video de cara a la edición de un ‘Ultimo concierto II’ Sin calendario cerrado todavía, la gira pasará por las grandes ciudades, festivales y eventos especiales durante toda la temporada, y aunque no se sabe la fecha de su concierto en casa, aunque si atendemos a los precedentes podría terminar en Granada, acaso llenado el Palacio de Deportes de la ciudad, un recinto donde nunca actuaron. El jueves 29 se presentará oficialmente la gira en el BIME Market de Bilbao.
Juan Jesús García.
091, AÑO A AÑO
- 1980
Javier García Lapido y su hermano José Ignacio coinciden con Tacho Anibal en el grupo Aldar
- 1981
Entran en contacto con José Antonio García (TNT) y Antonio Arias.
- 1982
Comienzan a ensayar Y graban su primer disco ‘Fuego en mi oficina’.
- 1984
Ganan el concurso “Alcazaba” de Jerez y editan su primer lp, ‘Cementerio de Automóviles’
- 1986
Fichan por Zafiro y graban con Joe Strummer ‘Más de 100 lobos’, incluido entre los 100 mejores de la historia de la música española.
- 1987
Abandona Antonio Arias y lo sustituye Ángel Doblas.
- 1988
Editan su tercer lp ‘Debajo de las piedras’. Manuel España Y Freedy Flores fueron 2ºs guitarras
- 1989
Con Arias de nuevo graban ‘12 canciones sin piedad’
- 1991
Registran ‘El baile de la desesperación’ con Chris Wilson (Flamin’ Groovies). Incluía ‘La vida qué mala es’, el mayor éxito comercial de la banda y remezclado por Fangoria. En el grupo están Juanma Ferriz y Pacoco Cabello
- 1993
Pasan a Polygram, con la que editan ‘Tormentas imaginarias’, ya con Víctor G. Lapido y Jacinto Ríos.
- 1995
Publican ‘Todo lo que vendrá después’ para Big Bang Records. A finales de ese año deciden separarse.
- 1996
Los dos últimos conciertos, en Mayo, son grabados y posteriormente editados en un doble cd titulado ‘Último concierto’.
091 EN CIFRAS
AÑOS
DISCOS
ASISTENTES ÚLTIMO CONCIERTO
PERSONAS PIDIENDO SU REGRESO EN FACEBOOK
DISCOS Y SENCILLOS VENDIDOS
NOSOTROS, QUE LOS QUISIMOS TANTO
CARLOS MORÁN
Los ‘Cero’ vuelven y nosotros, que los quisimos tanto, estamos más felices que un hombre de negro de la Troika con unas buenas tijeras. Diréis que somos unos simples, que ‘con la que está cayendo’ cómo podemos alegrarnos de que una banda de rock and roll vuelva a las andadas. Os fijaréis en nuestras canas y en el cartonaje que se abre camino en nuestras devastadas cabelleras y pensaréis que nuestro tiempo, y el de los ‘Cero’, ya pasó. Quizá llevéis razón, ¿pero a quién le importa?
El regreso de los ‘Cero’ no nos ayudará a pagar la hipoteca ni nos curará la acidez crónica que nos curramos en las noches de vino y rosas de los garitos de Pedro Antonio de Alarcón, en aquella parte de la ciudad en la que nunca salía el sol y podías tomarte unas birras con Joe Strummer, que en paz descanse.
Concluiréis, en fin, que somos unos pirados, unos frikis que perseguimos fantasmas tras meternos una sobredosis de nostalgia. ¿Qué mas da? Nosotros estaremos ahí, en la línea del frente, viendo venir a los ‘Cero’ armados hasta los dientes de poesía y electricidad. Que nos digan lugar, fecha y hora. Lo demás corre de nuestra cuenta. Partimos de ‘Cero’. Del año 91 no nos acordamos de nada. Eso sí, fue maravilloso.
«PARECE QUE DEJAMOS DESAMPARADO AL ROCK AND ROLL»
SANTIAGO SEVILLA
«¡Joder, parece que dejamos desamparado al rock and roll!”. En una sala contigua a la colegiata de Úbeda donde 091 dio su penúltimo concierto en mayo de 1996, José Ignacio Lapido, rodeado del resto de la banda, respondía con cierto desdén –como diciendo, «¿Ahora os ponéis así? Demasiado tarde para mostrar tanto amor…»- a un pequeño grupo de periodistas que, ya de madrugada, preguntaba insistentemente por los motivos de la separación y por si había alguna posibilidad de reconsiderar aquella decisión. Todas las cuestiones de aquella noche, y de otras previas y posteriores, venían a plantear lo mismo: «¿Por qué una de las mejores bandas de rock and roll en castellano, tan respetados por la crítica como maltratados por la industria, admirados por sus colegas de profesión y con probablemente el mejor directo –o uno de los mejores- de los años 90, se separaban en plena madurez artística?”.
Cuando una semana después de aquello, Ceronoventayuno dejó en el aire de Maracena el último acople de Fuego en mi Oficina, las especulaciones sobre los verdaderos motivos de la separación de la banda dieron paso a las quinielas sobre su regreso, que no han dejado de rellenarse hasta hoy. No recuerdo ninguna entrevista a Lapido o José Antonio García que no acabara con la pregunta de marras: ¿existe alguna posibilidad, por pequeña que sea, de que los Cero vuelvan a juntarse, aunque sea para un par de conciertos y eso? Y las respuestas, más o menos originales, eran siempre las mismas. “¡Que no, coño!”.
Conociendo un poco a los miembros del grupo, la vuelta de 091 –creo- será un regreso más que digno, como lo fue su carrera; y tendrá un efecto refrescante para muchos, un estímulo para la memoria de casi todos y una alegría enorme para el cd del coche. Iré a verlos, seguro; y la pequeña de 10 años, que ha chupado más 091 (y Lapido) que otra cosa, también. Porque la verdad, un poco desamparado si se quedó el rock patrio en aquel mayo del 96.
HIJOS DE 091
PABLO RODRÍGUEZ
Con el tiempo, la infancia se mide por esos pequeños retazos de vida que nos quedan: el olor de la colonia, el primer beso en la mejilla, la luz siempre nueva de la terraza del abuelo… Pero hay otros momentos, rescoldos apagados en la memoria, que en ocasiones marcan tanto o más que aquellos. Son cosas que van con nosotros de siempre, que están como imbricadas en el ADN y los ‘Cero’ es uno de ellos. No recuerdo la primera vez que los escuché. El registro se volatilizó en alguno de los incendios de la adolescencia, pero ahí estuvo una vez el rasgueo de guitarra que abre ‘Más de cien lobos’, el trallazo de voz de ‘Fuego en mi oficina’, la oscuridad de ‘Mi sombra y yo’. No, no son relámpagos de tormentas imaginarias. Los 091 estuvieron ahí como lo estuvo la primera borrachera con los amigos.
Para mí, para nosotros, nacidos a finales de los 80, el tesoro no es el primer LP de los granadinos, ni encontrarlos acodados en un ‘Ruido’ pintado aún de rosa (como recuerda el amigo Barrera). No. En nuestros ojos no brilla el metal de la mítica furgoneta ni nos colgamos al cuello la acreditación del último adiós en Maracena. No escribimos una sola línea de sus conciertos, en eso estaban los maestros Juan Jesús García, Juan Enrique Gómez, Javier Fuentenebro, Javier Barrera, Carlos Morán, Santiago Sevilla y tantos… Yo, nosotros, hijos del ‘cero’, del ‘nueve’ y del ‘uno’, guardamos un tesoro de ausencias y deseos: el no recuerdo de la primera vez, la experiencia de vivir los ‘Cero’ desde siempre, la esperanza en una reunión que casi siempre parecía imposible.
Cuando este verano comenzó el ‘runrún’, algo se avivó dentro. Durante semanas, estoy seguro, todos olimos la gasolina, sentimos el calor de la cerilla, vimos el humo, escuchamos la risa. El fuego había comenzado. Ahora que su regreso es una realidad podemos decir que sí, que sigue estando Dios de nuestro lado. Preparemos las botas, los vaqueros, las chaquetas, abramos bien los ojos, los oídos, las puertas de la memoria para que todo quede, para que nuestro tesoro crezca. Porque es verdad que están de vuelta, porque afortunadamente la cuenta atrás llegó a ‘cero’.
CUANDO EL RUIDO ERA ROSA
JAVIER F. BARRERA
1990. 25 años y una licenciatura en Periodismo bajo el brazo. Llego a Granada como becario del periódico IDEAL. Pagan 45.000 pelas al mes. Una pasta. La primera noche, cuando salimos de la Redacción, me llevaron a cenar un bocata al Frankfurt Bocanegra de Pedro Antonio. En aquel entonces, la calle Pedro Antonio de Alarcón era tan conocida o más que la Alhambra. Si tenías 25 años y pegabas en Granada ibas a allí de marcha. Ya tendrías tiempo para ir en algún momento a la Alhambra. Así fue. Tuvo que ser el último día de nuestras prácticas en IDEAL, a finales de septiembre, cuando mi compañero Carlos Morán y yo sacamos tiempo para visitar el monumento. Nos impactó de forma determinante. Nos hizo suyos paa siempre.
Antes de dejarnos seducir por las armonías nazaríes, tuvimos tiempo para conocer todos los recovecos de Pedro Antonio de Alarcón, por otra parte admirado periodista accitano que pasa por ser el primer corresponsal de guerra de la historia con sus ‘Cartas Marruecas’. Así que, de algún modo, queríamos pensar que salir de marcha por Pedro Antonio era una extensión periodística de homenaje a un insigne maestro. No teníamos ni morro ni nada.
El epicentro era la plaza Eisntein. Ahí se mezclaban todas las tribus de la ciudad: pijos, universitarios y rockpoperos. Cada uno tenía su garito, así más o menos. Brillaba como ninguno ‘El Cúpula’. Era donde todo empezaba. Luego nos íbamos desparramando por el Factoría y aledaños, pero si había una visita obligada tras ‘El Cúpula’, era ‘El Ruido’.
‘El Ruido’ era ‘El Bar’. Pero todavía no se había convertido, en aquél lejano y más que añorado 1990 en lo que puede ser ahora, un ‘The Cavern’ granadino con solera para sentar cátedra, imán y santo y seña en cualquier plaza musical. Era un bar desaliñado, de color rosa chicle. Bajabas las escalericas de la calle Sol y una vez traspasada la puerta te empotrabas con la barra, que estaba a la izquierda. Luego a la derecha, cuando doblabas el mostrador, se abría un hueco donde lucían unos posters de la mítica década de los sesenta, con sus grupos emblemáticos. Luego estaba el baño y al fondo pasaban cosas.
Nosotros, los del IDEAL, una banda de periodistas que en aquellos momentos se componía del Morán, del Guerrero, del Forcada, del Fuentenebro, del Juan Enrique Gómez y Merche su mujer, del Jotajota que es nuestro J. J. G. y de muchos más que me perdonarán que no los cite, nos acodábamos en la barra justo en la entrada. El camaretas que había siempre nos ponía AC/DC en cuanto nos veía. Un detalle que siempre le agradeceremos.
El bar ni era famoso ni nada. Estaba como empezando y ahí nos poníamos morados todos de copas escuchando música buenísima.Se ligaba a raudales pero no había chicas grupies. No todavía. Había amigas. Pactábamos entrevistas con los músicos que por allí pasaban y atesoramos millones de anécdotas. Por citar una, que creo que ya se puede contar, una vez Fuentenebro entrevistó a Antonio Arias para su sección de cada lunes ‘La persona y el personaje’. Fue una entrevista magistral en la que se entraba a fondo de la escena, vidas y costumbres de la escena musical granadina. A calzón quitado, sin paños calientes. Fueron también preguntas adecuadas, incisivas y respuestas valientes.
La anécdota es que el mismo lunes en que se publicó la entrevista en el IDEAL Antonio Arias telefonéo al Fuentenebro para comunicarle que “mis padres me han puesto las maletas en la entrada” tras conocer los entresijos de la vida de su hijo. Nos mondábamos todos de la risa. Y valga ahora, 25 años después, un sincero reconocimiento para todos los padres y madres que nos han hecho ser lo que somos ahora. Gracias en nombre de todos.
Ese mismo verano de 1990, en septiembre, nos fuimos todos de cabeza al Zaidín Rock, que se celebraba en la calle Primavera. Fascinante Mondo Bizarro un festival gratuito en el que todo dios estaba divirtiéndose de lo lindo. Tocaron Ilegales. Fantásticos. Un furor. Pero también fue el más memorable concierto que nunca TNT ofreció en su vida, con un Johnny B. Goode que pasa a la historia como una de las mejores versiones de la eterna canción del Gran Chuck Berry.
Pero es que, después, cuando terminaban de tocar, bajaban del escenario y nos juntábamos todos a beber birras hasta que saliera el sol. Bueno, se bajaban a beber birras con J. J. G., que era y es el crítico musical del IDEAL. El mejor que hay suelto, incombustible y pletórico. Fuentenebro también escribía y tenía una sección fija semanal a medias con J. J. G. y se llamaba A Rock con Leche.
Eran buenos tiempos para la música. Los Cero tocaban por todos lados. TNT estaba que se salía. La Guardia estaban en Los 40 Principales y empezaban a surgir grupos como setas. Una cosecha que hoy en día es Marca Granada, de la que sentirse potentemente orgullosos con unos Planetas que son admirables. Únicos.
1991 parecía ser un buen año. Me quedé en Granada a currar en el IDEAL y la vida se desempeñaba entre las horas de la Redacción, las peleas con los tipos del Taller, ahora desaparecido, y los conciertos en el Planta Baja, las cañas en ‘El Cúpula’ y las copas en ‘El Ruido’ y en ‘El Local’ de Gabriel Estévez, el bar más tralará que he conocido en toda mi vida. Allí lo mismo te topabas con Miguel Ríos planeando discos y giras con Carlos Cano que a Massiel por los suelos cantando en directo o al Duque de Cádiz hinchándose a copas después de una jornada de esqui y con el chófer con el automóvil en la puerta del bareto mítico de la calle Puentezuelas.
Granada era así. No habia botellón y Pedro Antonio estaba ‘on fire’. Hirviendo. Un día entrabas en ‘El Ruido’ y, como quien no quiere la cosa, acababas tomando cervezas con Joe Strummer.
Sí. Con Joe Strummer. El de los Clash. El del Spanish Bombs. El padre de Jimmy Jazz. Fumando, bebiendo y chapurreando un castellano macarra pero con tal carisma y bondad que el mito te enternecía. Nos lo presentó el gran Jesús Arias, su íntimo amigo, y acabamos todos bailando el London Calling en El Local mientras él se moría de la risa, emocionado y rodeado de nuestra admiración. Supongo que todos nos acordarmos de los días más felices de nuestra vida y los tenemos más o menos apuntados en su orden.
Desde luego, una noche de birras con Joe Strummer cae directamente en la Pole Position. Guardo su autógrafo como oro en paño y debo decir que solo tengo dos autógrafos porque solo he considerado importantes en mi vida a dos personas como para pedirles autógrafos: Joe Strummer y Han Solo, a quien conocí en el Festival de Cine de San Sebastián estrenando La Guerra de las Galaxias.
Cuando el bueno de Joe cometió la estupidez de morirse, Carlos Morán me pidió que abriera una página en Facebook que reclamara una calle o plaza en su memoria. Todos sabemos que entre todos los conseguimos y Granada, en el Realejo, tiene una plaza dedicada a Joe Strummer, herencia y símbolo de toda la época que ahora comparto con vosotros. La inauguración, con un concierto ‘tutti fruti’ fue buena prueba de ello. Revelaré ahora las palabras que me escribió Jesús Arias al día siguiente de la inauguración. “No quise ir a la inauguración. Pensé que a Joe no le hubiera gustado una plaza con su nombre. No era su estilo. Pero esa noche del 20 de mayo comenzó a llover. Y llovió todo. Interpreté que quizá era alguna señal de Strummer y decidí pillar la guitarra y me fui a su plaza. Me senté en ella bajo la lluvia, de madrugada y empecé a tocar. Y sí, creo que sí le hubiera gustado”. A mí, Arias, Don Jesús, me volvió a emocionar con estas palabras hace dos años.
Llegó 1992 y España eran las Olimpiadas de Barcelona y la Expo de Sevilla. Nosotros, a lo nuestro. 1992 suponía el segundo aniversario de la sección A Rock con Leche y decidimos celebrarlo por todo lo alto. Y vaya que si lo celebramos. Organizamos un concierto gratuito titulado ‘2º Aniversario, A Rock con leche’, y llenamos la Feria de Muestras de Armilla . El plantel de grupos, increíble. Si no recuerdo mal: Dr. Feelgood, Los Enemigos, Amparo Blues Stop y los granadinos 091 y Bankillo de Akusados. En aquella ocasión, los Cero andaban muy liados y solo pudieron acudir Lapido y Pitos. Y se comprometieron a cantar ‘a capella’, que es como antaño se decía a lo que ahora se llama ‘unplugged’. El éxito fue tal que desde aquel entonces, en todos sus conciertos paraban y repetían este momento y cantaban ellos solos con la guitarra de Lapido. Habíamos metido a 8.000 personas, les hacíamos bailar y éramos felices.
1993 fue el Momento. La dirección de IDEAL nos encargó un suplemento semanal que se dedicaría al ocio, a la música, a las artes. Se llamó Zarabanda y era de obligada lectura para enterarte de todas las movidas que ocurrían en Granada. Sacamos a todos los grupos, los entrevistamos, regalábamos entradas y fuimos patrocinadores oficiales del Espárrago Rock, que después de celebrar cuatro ediciones en Huétor Tájar, donde empezó en 1989, saltaba de la mano de la mitica Munster de Francis Cubero a Granada. Era 1993 y en IDEAL de la mano de Zarabanda vivíamos en primera persona el protagonismo de la escena musical de Granada, con las bandas más potentes de todo el país, dos festivales que son punta de lanza en Europa, el Zaidín Rock y el Espárrago Rock, que incluso era anunciado en la MTV, y un suplemento todos los viernes en el periódico de la ciudad y su provincia en el que tratábamos de contarlo todo. Como os podeis ir imaginando, no nos aburríamos nunca.
Estos años, mi pequeña Edad de Oro, y sin haber cumplido los treinta, tienen su punto final. Y es el Concierto de Maracena. Bueno, los conciertos. 091 se iba de gira y se despedía 14 años después de su público. Elegía el Anfiteatro de Maracena para dos conciertos. Guardo todavía mi acreditación de prensa.
El penúltimo concierto de los Cero fue en Jaén. Juan Antonio Palma a las fotos y Santiago Sevilla al Bic cubrieron el concierto. Las fotografías de Palma y el texto de Santi forman una pieza periodística brillante, con ritmo y sentido, para enmarcar. Le dedicamos el Zarabanda del viernes previo al Concierto de Despedida a los Cero. Portada, crónica de Santi y luego páginas y páginas con recuerdos, valoraciones, opiniones y, sobre todo, mucha poesía. Solo hay un grupo que en fuerza y letras se puede igualar a 091. Y es Extremoduro. Con eso creo que queda dicho todo.
El Concierto de Despedida de los Cero no solo fue el del adiós. También supuso para toda nuestra generación ir haciéndonos mayores, cambiar de vida, ennoviarnos y empezar a sentar la cabeza. Zarabanda desapareció como desaparecen las lágrimas en la lluvia, la década, el siglo y el milenio empezaban a diluirse y todo se mezclaba, cambiaba y nosotros también. Nos quedan estos recuerdos y algunas letras. Muchos besos y ausencias terribles. Pero sabemos que cuando los Cero vuelvan a tocar, ahora que se ha confirmado su regreso, y lo ha publicado en exclusiva IDEAL, ahí nos encontrarán de nuevo, con más años y más puñaladas, pero con sangre nueva que se llama Celia, Amanda, Teo,Julia, Joserra o Andrés, que como hemos sido buenos padres y madres, los tenemos bien enseñados y se saben las letras de las canciones de los Cero de memorieta.
Me despido con esta mi nueva reencarnación, el guiño de Lapido en el Concierto de Despedia. Si quieres te lo cuento, pero te recomiendo que hagas click en el vídeo del concierto.
Y escuches lo que dice el Genio Insuperable en el minuto 59.13:
-Yo solo os digo una cosa. Que me han encantado estos catorce años por gente como vosotros. Y que quiero agradeceros la asistencia a todos los que sois de aquí y de Granada y Maracena y de toda la gente que ha venido de fuera que sé que ha venido mucha gente. Y nada, que espero que nos veamos que en nuestra próxima reencarnación.
Porque sigue estando Dios de nuestro lado
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REDACCIÓN: Juan Jesús García, Javier F. Barrera, Carlos Morán, Santiago Sevilla y Pablo Rodríguez.
FOTOGRAFÍA Y VÍDEOS: González Molero, Ramón L. Pérez, Alfredo Aguilar y Juan Enrique Gómez.
DOCUMENTACIÓN: Amanda Martínez | DISEÑO: F. Novo y F. Hidalgo.